Don Ramón Arias, pionero de San Rafael, fue en su época el hombre más rico de la provincia de Mendoza. Era originario de San Juan, pero la mayor parte de su vida la pasó en Mendoza, especialmente en San Rafael, donde se estableció en 1882 atraído por las bondades de su clima y la fertilidad de sus tierras, llegando a ser uno de los propietarios más acaudalados.
Era de estatura mediana, de tez morena, cabello negro, grandes bigotes y barba recortada; poseía buena preparación y carácter fuerte.
En un principio se asoció con don Joaquín Villanueva, quien en 1877 había sido gobernador de la provincia. La sociedad se llamaba Ramón Arias y Cia. y se dedicó a los negocios ganaderos. Tenían tres campos muy importantes, en las costas de los ríos Diamante y Atuel y también del Desaguadero, llamados Campos de Ovejería, Rincón del Cabo y de Los Puntanos.
Como casi todos nuestros pioneros, se dedicó especialmente a la ganadería. Se preocupó mucho por el mejoramiento del ganado, introdujo los primeros ejemplares con pedigrí, para el mestizaje, vendiéndolos luego en Chile; durante 15 años consecutivos cruzó la cordillera constantemente para la venta de ganado; conocía perfectamente todos los pasos y quebradas de la parte sur de la cordillera.
Cuentan que sus posesiones las recorría en un zaino, un caballito tostado que era su preferido y que él mismo lo había domado. En el Ecos de San Rafael, el primer semanario aparecido en San Rafael, hacía publicidad de su ganado, decía así: “Ramón Arias vende ganado, gordo y mestizo a precios módicos”.
Con el tiempo cambió de socio, pasando a integrar una sociedad comercial con el comandante José Antonio Salas, a quien en 1894 le adquirió 200 hectáreas de tierras, de las cuales vendió 60 a Félix Rodríguez en 1916 y 4 a la firma del ferrocarril también ese año.
Incursionó en la agricultura, pero antes de hacerlo hizo realizar un estudio del suelo por un especialista de Mendoza, quien luego de analizarlo le respondió que “la composición química del suelo y el clima hacían de la región una zona privilegiada para la vid y frutales en general”. En ese entonces los comentarios eran de que las tierras del Sur mendocino no servían para la agricultura.
Casi simultáneamente con don Rodolfo Iselín, comenzó a plantar vides traídas desde Chile. También plantó frutales, olivos, álamos y alfalfa. Adquirió propiedades en San Rafael, en Mendoza, en Buenos Aires y en otros sitios del país.
Contrajo enlace con doña Josefina Briones, con quien tuvo 5 hijos: Augusto, Josefina del Carmen, Francisco, Ale Ramón y Alfredo. En 1919 falleció su esposa y sus bienes fueron heredados por su esposo e hijos.
Don Ramón Arias fue un viñatero muy importante, pero nunca construyó una bodega, su actividad principal fue siempre la ganadería.
Integró, junto con todos los pioneros de esa época, la Unión Agrícola, Comercial e Industrial, antecedente de la actual Cámara de Comercio, Industria y Agricultura. También fue concejal cuando aún la Municipalidad funcionaba en la Villa.
La propiedad más importante que poseía en San Rafael era dónde estaba ubicada su casa, conocida como Las Rosas. Era enorme y hermosa y estaba ubicada en lo que es hoy Pueblo Nuevo, al norte de la avenida Mitre, frente a la propiedad de don Isaac Espínola. En el chalet, que era enorme, se realizaban las grandes fiestas del San Rafael antiguo, él lo facilitaba para casamientos y reuniones.
Según me han contado, se realizaba un baile por año de gran gala, al que asistían las principales familias del San Rafael antiguo. La fiesta se efectuaba en un gran patio que poseía en la casa que tenía 40x40 metros con grandes baldosas de mármol negro y blanco, como damero, rodeado de una galería con techo de pinotea.
Cada familia invitada llevaba la puerta central de su ropero, que era un espejo, y lo colocaban sobre una pared, todos alineados y la fiesta se reflejaba en los espejos. Eran fiestas memorables. La casa era muy lujosa y muy bonita, estilo Versailles, la puerta de entrada era de algarrobo.
De esta hermosa casa hoy queda muy poco; estaba ubicada en las actuales calles Olascoaga y Iaccarini. Con el tiempo la adquirió la compañía de don Francisco Madrid, quienes la utilizan como depósito.
No quedan, al menos en San Rafael, descendientes de este pionero, ya que a su muerte se establecieron, según comentarios, en Luján de Cuyo.
Fue un hombre de gran fortuna y de enorme gravitación en su momento.
Fuente: Diario UNO Textos: María Elena Izuel
